martes, 9 de febrero de 2010

El Lugar de la Memoria, en Perú

28-enero-2010
En diciembre pasado, en la provincia de Miraflores, en Perú, el presidente Alan García presidió la colocación de la primera piedra del llamado Lugar de la Memoria, donde se recordará a las 70 mil víctimas del conflicto interno entre el gobierno y las guerrillas de Sendero Luminoso y del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA).
Es un intento peculiar para recordar a todos aquellos que fueron víctimas de la intolerancia fanática del terrorismo y de quienes creían que se podía combatir el terrorismo con el terror, según señala el presidente de la comisión de alto nivel encargada de su creación, el escritor Mario Vargas Llosa.
Aun cuando la constante del proyecto es una crítica al terrorismo senderista, también se pretende dejar constancia de los excesos de las fuerzas armadas peruanas y las estrategigas exterminadoras implementadas desde el Estado para aplastar a la guerrilla. No de a gratis es que Alberto Fujimori, ex presidente peruano se encuentra sentenciado y en la cárcel por estos delitos.
El proyecto no ha estado exento de controversia. De hecho cambió su nombre original de Museo al de Lugar de la Memoria en un contexto marcado por críticas de militares en retiro y de sectores conservadores de la sociedad peruana, a quienes no les agrada que el museo presente a las fuerzas armadas como violadoras de derechos humanos durante el combate contra los rebeldes.
Este proyecto es único en América Latina, ya que de entre todos los países que sufrieron fenómenos de movimientos armados en las décadas de los 70 y 80, aquí se dice no pretender ser una institución arqueológica destinada sólo a preservar el pasado, sino algo vivo y actual, un lugar de exposición, estudio, diálogo y reflexión, que sirva para promover la paz y la convivencia entre los peruanos, y enseñe a las nuevas generaciones los estragos que causan el fanatismo ideológico y la transgresión de la ley, así como los excesos de quienes con el mismo fanatismo defendienden a las instituciones sin ninguna consideración ética.
La sola pretensión de balance en estos puntos se antoja interesante y compleja. Habrá que ver cómo se resuelve y hacia dónde se inclina el proyecto: si hacia un lugar de reflexión de los problemas socioeconómicos del Perú que dieron origen a los movimientos guerrilleros o sí se convierte nada más en un resquicio ideológico de la derecha peruana para tratar de condenar todo movimiento opositor –armado o pacífico- al status quo.
Y es que Perú no se ha librado del todo de la guerrilla. Con una nueva cara y configuración, brotes de insurgencia se mantienen en la selva peruana. El año pasado abordamos el tema del rebrote Sendero Luminoso, diferente al del Presidente Gonzalo -al que ahora repudia-, con la misma fiereza, quizá sin tanto control territorial y con, dicen, ligas novedosas con el narcotráfico local; acusación que se tendría que probar.
Como sea, el Lugar de la Memoria no estará de más si sirve de punto de reflexión seria, no nada más de la violencia por motivos políticos y sus excesos, sino de las causas que le dieron origen.

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