viernes, 5 de febrero de 2010

Obama, la incógnita

22-enero-2009
Hoy tengo más dudas que certezas. ¿Podemos hacernos ilusiones de que Barack Obama será menos guerrerista que Bush? Naciones como México ¿ya no tendrán presiones del Imperio para que se persiga en suelo mexicano a criminales, narcos, pero también a luchadores sociales y potenciales guerrilleros?
Con él en la presidencia estadounidense ¿se modificará la política de seguridad nacional que patrulla el mundo y fomenta violaciones a los derechos humanos en todo el orbe, sobre todo en sus países aliados?
¿Hará efectivo su dicho inaugural de que tiende la mano a quien extienda el puño? ¿De veras cumplirá lo de buscar la paz con el mundo musulmán, aunque ello implique quebrar su histórica alianza con Tel Aviv?
Las preguntas son pertinentes en vista de los antecedentes y de la esperanza que representa para muchos liberales, sobre todo en América Latina, la llegada de Obama.
Apenas la semana pasada tocábamos el tema de la promoción que hizo la administración Bush de las escuchas telefónicas en México, con el supuesto propósito de defender a su país de la amenaza terrorista. ¿Esto acabará?
Cabe recordar que la Iniciativa Mérida tiene un tufillo a Plan Colombia, que no contempla intervención directa de efectivos militares gringos ni entrada a ejércitos privados como Blackwater, pero si mucha asistencia tecnológica anticriminal, que fácilmente puede convertirse en antisubversiva y antisocial.
También recordamos cómo Ronald Reagan hizo universal su estrategia de baja intensidad para reprimir en el mundo brotes de violencia política, no sólo en Centroamérica sino en prácticamente todas las naciones del llamado “mundo libre” y cómo en 1995 Estados Unidos operó para respaldar al gobierno de Ernesto Zedillo para combatir al EZLN.
¿Hasta dónde Obama puede ir contra el establishment?
Nos queda claro que no es un hombre de izquierda, pero ha manejado un ambiguo discurso liberal, que por un lado pide que el poder militar estadounidense se equilibre con autoridad moral y prudencia –que escasearon en la era Bush- y por otro reitera que reforzará el bloqueo económico a Cuba y su rechazo a la figura de Hugo Chávez.
No en balde organizaciones de izquierda que ayudaron a construir el triunfo de Obama no celebraron nada el martes pasado, y más bien se mostraron intrigados sobre el futuro. Ecologistas, promotores de derechos humanos, organizadores comunitarios y activistas se dicen dispuestos a mantener una actitud vigilante de que el ahora huésped de la Casa Blanca cumpla sus promesas de campaña y no se rinda ante el Sistema.

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