viernes, 5 de febrero de 2010

Soldados gringos aquí, no

10-marzo-2009
La Iniciativa Mérida (IM) generó recursos por 350 millones de dólares en asistencia técnica de Estados Unidos para México, en el marco de un reforzamiento de nuestro aparato de seguridad e inteligencia.
Mucho se insistió en el gobierno federal en que la IM no se parecía en nada al Plan Colombia, que incluyó presencia de efectivos estadounidenses, militares, marines y hasta ejércitos privados como los de Dyn Corp en suelo colombiano. Que la IM era un apoyo en especie, sin ningún tipo de condicionamiento de nada más que eso.
Sin embargo, ahora resulta que en el pequeño espacio de una semana, los ofrecimientos de funcionarios y analistas del vecino país van más allá de la ayuda en especie para sugerir con mayor frecuencia la posibilidad de que el apoyo militar sea físico.
La semana pasada estuvo de visita en México el Jefe del Estado Mayor Conjunto de EU, almirante Michael Mullen, quien se reunió en privado con los secretarios de Marina y de la Defensa Nacional mexicanos, ante quienes enfatizó que los mexicanos “necesitan soporte en inteligencia, capacidades y tácticas que han evolucionado para nosotros en nuestra lucha contra las redes en el mundo terrorista”.
A su regreso, Mullen presentó el sábado un reporte de su visita al presidente Barack Obama, quien -según un testigo- habría expresado su interés en las capacidades militares con que Estados Unidos cuenta y que podrían ayudar a las fuerzas mexicanas, incluyendo tecnología de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de terreno.
Eufemismos aparte, lo que ya comienza a debatirse allende el río Bravo es la posibilidad de que la IM se convierta en un Plan México, con tropas “de apoyo”, asistencia logística “en campo” y la disposición de ellos a “sumarse” a nuestra lucha contra el narcotráfico que, ciertamente, cada vez se ve más ardua.
Gracias, pero no. Esa debería ser la respuesta, creo yo, del gobierno mexicano, que, todo parece indicar, es proclive a aceptar este apoyo cada vez más acendrado.
Detrás de este “No”, tendría que estar, no un patrioterismo de cuarta, sino un nacionalismo racional, que aun entendiendo nuestras necesidades económicas y tácticas para derrotar a un enemigo tan poderoso como el crimen organizado, no debe servir de pretexto para abrir la puerta a un ejército que, por experiencia histórica, sabemos que no vendría sólo a combatir al narco y derramar su sapiencia, sino a ocupar territorios y a jugar un factor de equilibrio político armado en el país, con sus fusiles y sus tanques.
Ya de por sí es escandaloso no saber si los agentes de la DEA y la CIA andan armados dentro de territorio nacional, como para solapar el ingreso de un ejército extranjero, en un contexto de caos en materia de seguridad y con altas probabilidades de que sobre la marcha en Washington nos declaren “Estado fallido” y aprovechen su presencia militar aquí para imponer su ley.
Primero que abatan su consumo y detengan a sus grandes capos. Primero que detengan el tráfico de armas hacia México, que es escandaloso y que implica una gran corrupción de la aduana gringa. Primero que rompan la cadena de las adicciones, que es, a final de cuentas, lo que estimula este nefasto tráfico.
Todo lo demás son pretextos intervencionistas, que nada tienen de altruistas, ni de interesados en nuestra seguridad.

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