viernes, 5 de febrero de 2010

¿Unidad guerrillera en puerta?

25-junio-2009
El Ejército Popular Revolucionario (EPR) emitió el martes pasado una comunicación que pasó mediáticamente desapercibida, pero que puede signficar el inicio de un proceso de unidad de grupos guerrilleros en México. Todo el texto es el reconocimiento de la grave situación social, política y en materia de derechos humanos que se vive en el país, pero en particular en el estado de Guerrero. Ya en conjunto, el comunicado es un gran guiño al Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), lo cual es inédito.
Señala que es imperioso organizar e impulsar de manera organizada la autodefensa popular, y remata: “Esto desde luego que no será posible si los diferentes destacamentos de lucha de nuestro pueblo marchamos cada quien por su lado, la unidad de todo el pueblo y sus organizaciones sigue siendo una tarea estratégica que todos debemos trabajar en función de ella, es tiempo de dejar a un lado los intereses que van en contra de la unidad de nuestro pueblo”.
Este párrafo, dicho por el EPR, es noticia, ya que prácticamente durante una década, otras organizaciones revolucionarias, tales como Tendencia Democrática Revolucionaria (TDR), las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP) y aun el mismo ERPI han hecho reiterados llamados a la unificación de criterios y luchas revolucionarias, mismos que los eperristas habían ignorado hasta ahora.
El asunto tiene su historia. La gran mayoría de los grupos armados actuales son escisiones del propio EPR, distanciados por diferencias en los métodos de lucha y en la forma en que se tomaban las decisiones. Así, el núcleo duro dirigente del EPR fue acusado de antidemocrático, vertical y militarista. Después de cada rompimiento, los grupos rara vez han intercambiado entre sí saludos o solidaridad en sus respectivas luchas.
ERPI es una de esas escisiones de EPR. De hecho toda la estructura guerrerense eperrista se separa de la comandancia general en 1997, inconforme por la línea de mando asumida por lso dirigentes. Desde entonces ambos grupos se ignoraron públicamente y no se sabe de vasos comunicantes clandestinos.
Tras la crisis sufrida por el ERPI con la detención del comandante Antonio (Jacobo Silva Nogales) y la coronel Aurora (Gloria Arenas), en 1999, el grupo se replegó una década, a lo que parece fueron años de acumulación de fuerzas, recursos y armas, organizados más en torno a la idea de la autodefensa que a la creación de una base guerrillera de dimensiones nacionales.
Es hasta 2008 que se vuelve a saber de ellos, vía las entrevistas que dieron a medios de información locales y a las que en 2009 ha concedido también el comandante Ramiro, en el contexto de una crisis social, política y de derechos humanos en Guerrero.
Ahora el EPR llama a la unidad. ¿Por qué? Quizá la clave de este sorpresivo giro se encuentra en su comunicado anterior, emitido apenas una semana antes, en el que pidió a los intelectuales progresistas y de izquierda del país hacer a un lado mezquindades y unirse en torno a un mismo proyecto antisistémico pacífico, aunque sea el de Andrés Manuel López Obrador.
Después de eso ¿con qué autoridad moral un grupo armado pide a la sociedad civil unirse y luchar contra el mal gobierno y no hacer lo mismo entre los grupos afines a él?, ¿Por qué no aprovechar la descomposición del régimen y agudizar las contradicciones en cada ámbito de la vida nacional, sea electoral, económico o social?
La clave parece estar en la forma en la que el EPR está leyendo lo que pasa en el país, como propicia para que se den las condiciones objetivas y subjetivas que favorezcan un alzamiento armado generalizado. Si la inconformidad comienza a permear en sectores tradicionalmente obsecuentes con el régimen o cuando menos refractarios a la idea de la violencia, entonces se infiere que hay un avance de la idea de cambio por métodos aún más radicales que el voto o la movilización social pacífica.
Tiene entonces sentido subirse a la ola y generar la mayor cantidad de agitación posible, inclusive a nivel armado, uniendo fuerzas, haciendo a un lado mezquinas diferencias –para usar sus propias palabras- y apostar por la derrota del enemigo común –El Estado mexicano- independientemente de las diferencias ideológicas o programáticas de cada grupo, las cuales bien podrán dirimirse una vez que la causa común haya triunfado.
Si FARP, TDR y ERPI son consecuentes, tendrían cuando menos qué saludar la propuesta eperrista, cada cual con su respectivo grado de entusiasmo o reserva. De ahí a que la acepten o a que sea operativamente viable, es otra cosa. Lo notorio es el llamado a la unidad, viniendo de quien viene.
Por cierto, no veo al EZLN en esta línea, porque lejos de priorizar lo militar está en la construcción de una sociedad de abajo hacia arriba.

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