lunes, 22 de marzo de 2010

Uruguay: perdonar represores (2)

Un par de comentarios dejados en este blog me mueven a retomar el tema de la semana pasada sobre la iniciativa del presidente de Uruguay, José Mujica, de liberar ex represores de la dictadura militar, a cambio de algunas concesiones:

Primero, mi amigo, el escritor Agustín Sánchez me puso en Facebook: “No cabe duda que, como dice Sabina, la izquierda en el poder se vuelve derecha”.

Segundo, Alberto Sladogna comentó:

“Estimado Alejandro : He vivido la experiencia en carne propia de estar sometido a las delicias que las fuerzas represivas dan a quienes queríamos en las épocas de los 60/0, como los Tupamaros -con quienes colaboré- en Uruguay y otros en Argentina, Chile y Brasil. Y sabes estoy de acuerdo con la propuesta de Mujica, el pide los datos de los desaparecidos a cambio de la libertad y terminar la cuestión del dolor. Es una muy buena propuesta pues, ¡cuidado! en Uruguay y en Argentina el tema del dolor lo está tomando la derecha para decir que somos el imperio de la venganza que no queremos olvidar. Un saludo”

Agustín lo ve como una traición más de los izquierdistas que se vuelven moderados cuando tienen la oportunidad de gobernar. Casos de los que está llena nuestra historia latinoamericana.

Sin embargo, el comentario de Alberto contiene un par de ángulos interesantes. Mujica no está proponiendo amnistiar de a gratis a los represores, sino a cambio de los datos de los desaparecidos. En esto es una propuesta diferente, digamos a las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, de Argentina, de los tiempos de Carlos Menem, que era amnistía pura a militares y represores en general.

También lo del dolor como chantaje de la derecha, como pretexto para no alcanzar la reconciliación nacional, con el supuesto de que la izquierda en el poder viene a cobrárselas, “¡los irracionales vengativos están en el gobierno!”

Visto así, Pepe Mujica hila fino, pero subido en una cuerda muy floja. Tiene que convencer a los represores de decir la verdad de los desaparecidos, y al mismo tiempo convencer a la izquierda de que no se ha vuelto una mala versión de la derecha en el poder, ni a estar dispuesto a perdonar a criminales de lesa humanidad a cambio de estabilidad para gobernar.

El ofrecimiento es, pues, el de un estadista. Habrá qué ver si así lo entienden en su pueblo, tanto tirios como troyanos.

¿Con quién te identificas más, con Agustín o con Alberto?

En lo personal, suscribo el comentario de Sladogna y lo agradezco en el alma, porque nos ayuda a entender aquello que perdemos de vista.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Uruguay: perdonar represores

El ex guerrillero tupamaro y actual presidente uruguayo, José Mujica, se ha metido en menudo lío. Ni siquiera ha pasado un mes de su toma de posesión cuando ya ha planteado la posibilidad de emprender una política de reconciliación de los uruguayos con el pasado, lo que implica liberar a los ex dictadores Juan María Bordaberry; al general Gregorio Alvarez; al ex canciller Juan Carlos Blanco, y a varios militares y policías acusados de casos de desaparecidos.

De acuerdo con información tomada del diario La Nación, de Argentina, Mujica reunió ayer a los oficiales de las fuerzas armadas y les planteó la necesidad de salir "de la trampa del dolor" derivada de los hechos de violaciones de los derechos humanos de la última dictadura militar (1973-1985).

"No hay vencidos ni vencedores", dijo Mujica, en referencia a la lucha armada que protagonizaron ambas partes en las décadas de 1960 y 1970, cuando el actual presidente integraba el movimiento guerrillero tupamaro.

El mandatario uruguayo afirmó que "las fuerzas armadas de hoy no deben cargar con ninguna mochila del pasado ante su pueblo", pero que "esto no es cosa de decirlo, sino que hay que cultivarlo y hacerlo evidente a los sentimientos de la gente", que es "lo más difícil".

Las reacciones no se han hecho esperar, la central sindical uruguaya y otros militantes de izquierda salieron al cruce de las propuestas para liberar a militares presos por violaciones de los derechos humanos durante la última dictadura, y redoblaron la apuesta para eliminar una polémica ley que dio cierta protección a los agentes de la represión de aquella época, que fueron denunciados por esos casos.

Mujica ha dicho que prefiere "la verdad de lo ocurrido aquellos años" y los datos sobre desaparecidos a cambio de dejar libres a los militares presos. Reveló días atrás que la "idea" que se maneja como posible solución es la de dar potestad legal a los jueces para que dispongan la prisión domiciliaria de los detenidos.

En sus épocas de guerrillero, Mujica fue detenido cuatro veces. En la última ocasión, quedó en prisión entre 1972 y 1985, período en el que estuvo en varios cuarteles.

El 14 de marzo de 1985, dos semanas después de la restauración democrática, una ley de amnistía votada en las primeras sesiones de aquel Parlamento permitió que salieran los últimos presos del régimen militar.

La ley fue ratificada en un referéndum en 1989. Además, en octubre pasado, mediante el mecanismo de plebiscito, no se logró mayoría absoluta para incluir una enmienda constitucional que la considerara nula. Pese a la ley, fueron procesados y detenidos dos ex dictadores.

¿Hace bien o mal Mújica al emprender la política del perdón y la amnistía?, ¿qué dicen las víctimas y sus familiares de tal propósito?, ¿esto llevará efectivamente a la unidad nacional o a la polarización de los uruguayos?

Las respuestas no son fáciles. De hecho, la experiencia muestra que no hay una respuesta similar en cada país de América Latina, que ha manejado de manera diversa su reconciliación con el pasado y, en algunos casos, ésta ni siquiera se ha conseguido, como en México.

Tú, en el lugar de Mújica, ¿qué harías?

Nada de Melissa y Nazareth

El martes subimos a este blog el caso de las niñas Melissa y Nazareth González Navarro, que desaparecieran el viernes pasado en Iztapalapa, en circunstancias muy extrañas.

Ayer, en plática con sus familiares, nos refieren que no ha habido avance alguno en el tema.

A seguir insistiendo en su liberación.

lunes, 15 de marzo de 2010

Estampas de la violencia: Melissa, Nazareth y Haziel

La violencia descontrolada afecta a todos los ciudadanos por igual. Sin embargo, cuando ésta toca a opositores al régimen, el cuadro que se prefigura es alarmante, ya que las víctimas no son simples ciudadanos, sino posibles destinatarios de represalias políticas.
Ayer, apenas en el lapso de unas horas tuvimos conocimiento de dos casos preocupantes, uno de secuestro (acaso desaparición forzada), y otro de asesinato, cuyas víctimas no se encuentran en la cúspide de las burocracias partidistas ni encarnan poderosos liderazgos sociales, pero sí están vinculados a organizaciones de lucha política, lo que le otorga a sus casos un cariz particular.

El viernes 12 de marzo de 2010, por la tarde, las gemelas de 16 años Melissa y Nazareth González Navarro desaparecieron en la colonia El Molino, Iztapalapa, Distrito Federal, colonia en la que viven. Se presume que su desaparición fue en su mismo domicilio, algunos vecinos dicen que tres desconocidos ingresaron a su hogar mientras sus padres no se encontraban.

En la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal se registró la averiguación previa FIZP/IZP-8-T1/100/00750/10-03; y en el Centro de Apoyo de Personas Extraviadas y Ausentes (CAPEA) se abrió el expediente: APOYO Y ORIENTACION TS. /751/10 y APOYO Y ORIENTACION TS. /751/10 BIS.

Los familiares son escépticos del accionar de estas dependencias del gobierno del Distrito Federal y hacen un llamado a la sociedad civil a contribuir en la búsqueda de ambas. Sus padres, Miguel Ángel González y María del Rosario Navarro, así como las gemelas son integrantes de la Brújula Roja, colectivo adherente a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona.

Las desaparecidas participaban, desde hace dos años, dentro del Sector Niños y Niñas de la Otra Campaña y fueron parte de diversas actividades durante la visita del Subcomandante Marcos en la Ciudad de México, y de diversas protestas contra los acontecimientos de San Salvador Atenco y por la Libertad de los Presos Políticos.

En caso aparte, pero que se enmarca en esta misma vorágine de violencia y horror que está viviendo el país, en Ciudad Juárez fue asesinado ayer en la madrugada, por un comando armado, en circunstancias poco claras, el militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores a quien se conocía con el nombre de Haziel.

Haziel era un joven de 26 años, deportista, trabajador manual de una primaria, hijo de maestros, padre de una hija de un año y esposo esposo de la militante Kaori, encargada de la Casa de la Cultura local.

Irónicamente, al momento de la muerte de su compañero, Kaori se encontraba en la ciudad de México acompañando a las madres en el foro que se realizó el pasado fin de semana en la UNAM, donde un grupo de madres denunció y exigió al gobierno mexicano justicia para sus hijos asesinados, al mismo tiempo que denunciaban el clima de militarización que está matando jóvenes inocentes en dicha plaza.

Se exige justicia en ambos casos. Nadie puede desaparecer así sin razón alguna, sin que la autoridad sea capaz de evitarlo. Ya basta de la orgía de sangre en Ciudad Juárez.

De entrada, el gobierno federal, el de la capital de la República y el de Chihuahua son responsables de lo que les pase a Melissa y Nazareth, y entes obligados de encontrar a los asesinos de Haziel.

Pero si se descubre que estos tienen un cariz político, la culpa de los gobiernos crece exponencialmente, pues sería la señal de que se ha inaugurado una nueva “guerra sucia” en el país. ¿Es así?

martes, 9 de marzo de 2010

EPR y Eduardo García Valseca (2)

En seguimiento al blog de ayer debo decir que los guerrilleros secuestran. Lo hizo Lucio Cabañas, tambien la Liga 23 de Septiembre. El Procup-PDPR se forró plagiando a Alferdo Harp Helú y a Ángel Lozada en los 80. El EPR reconoce haber echado mano de esa táctica hasta el año 2000, en que, aseguran, decidieron ya no usarla.
TDR ha afirmado que lo hace al considerarlo una recuperación de dinero obtenido ilícitamente por los empresarios. ERPI es acusado de secuestrador en Guerrero, pero tampoco ha habido pruebas ni reivindicaciones que lo constaten.

Luego entonces, ¿podemos estar seguros de que EPR no plagió a García Valseca? No, claro que no. Siempre cabe la posibilidad de que en público nieguen una práctica privada que les genere dividendos y que no les acarree mala imagen social.

¿Fue el modus operandi de lo que pasó en San Miguel de Allende el 13 de junio de 2007 consistente con un secuestro político? No lo parece. Cuando menos no por los eperristas; no sabemos si otra guerrilla pudo haber actuado. Esto fue lo que comenté al equipo de la NBC.

La explicación del martillo en el asiento trasero del Jeep parece insuficiente como una señal de plagio guerrillero. Los secuestradores nunca se identificaron con la familia como tales. Contra lo que habían hecho en anteriores situaciones (Harp,Lozada) ahora balearon a la víctima a manera de represalia, lo cual sería más compatible con la delincuencia común. No difundieron un comunicado vanagloriándose de la retención, dirían ellos, de uno de sus enemigos de clase. Hay que recordar también que en esta lógica revolucionaria todo acto, así sea de financiamiento, siempre pretende ser profundamente político.

Los agentes de la AFI, dependiente de la Secretaría de Seguridad Pública federal siempre han argumentado con mucha seguridad que en este caso, como en el de Paola Gallo, fue el EPR o una de sus células las que actuaron. Se reservan los detalles, dicen, por razones de seguridad nacional.

¿Qué hay de especial en el tema García Valseca que hace tan herméticos a los cuerpos de orden público a difundir detalles del episodio?, ¿por qué callar? De acuerdo con Jayne Rager, esposa de la víctima, ni siquiera a la familia se le ha permitido ver el expediente del caso.

En una lógica de defensa del Estado y las instituciones, la contrapropaganda también juega un papel importante. ¿Por qué no desmentir con hechos y pruebas que el EPR sigue secuestrando, pese a que ellos lo nieguen?

¿O es que no fue el EPR ni guerrilla alguna? Si, por el contrario, fue una banda de criminales del orden común, ¿por qué no decirlo, como ha sucedido en otros casos? “Fue la banda del Rojo, del Azul o del Verde…”

El silencio extraña. La opacidad mete dudas. ¿O es que hay algo más? ¿Acaso se protege a alguien?, ¿policías o soldados, por ejemplo? Mientras no se aclaren los detalles ni se exhiban las pruebas, toda especulación sigue abierta.

Ahora bien, ¿qué buscan Jayne y Eduardo? Él está libre y, hasta donde sabemos, sano. En México ya se le dio carpetazo a su asunto. ¿Para qué moverle entonces? ¿Para qué tanta publicidad en medios tan influyentes de Estados Unidos?

Ellos dicen que para revelar la veradera situación de inseguridad que se vive en el país, dar a conocer su testimonio y ayudar a que de esta manera mejoren las cosas y nadie vuelva a vivir el infierno de un ser querido secuestrado.

Y sí, las cosas están mal. Las familias Martí, Vargas Escalera, Miranda de Wallace, Morera, son apenas la punta del iceberg de una tragedia nacional, prohijada por la impunidad con que actúan las bandas de secuestradores, gracias a sus nexos con autoridades y policías corruptas.

Aun así, el timing de la exposición mediática de los Valseca parece reforzar más la imagen en el exterior de que México es ya un Estado fallido y que, por lo mismo, es urgente que alguien venga a poner orden a este caos: quizá los estadounidenses, por ejemplo, con acciones mucho más enérgicas que la iniciativa Mérida, acaso con agentes actuando en territorio nacional.

Insisto, esto no lo dicen los Valseca, sino que se desprende del editorial implícito de la NBC del viernes pasado. Habrá qué seguir de cerca la evolución de este caso y ver si de estas entrevistas sale algo productivo para México.

lunes, 8 de marzo de 2010

EPR y Eduardo García Valseca (1)

El viernes pasado se difundió por la televisión abierta estadounidense el programa Dateline, de la cadena NBC, en el que se aborda el tema del secuestro de Eduardo García-Valseca, heredero del coronel José García Valseca, quien fuera fundador de la Organización Editorial Mexicana, que edita el periódico El Sol de México.
Eduardo fue secuestrado por un comando armado el 13 de junio de 2007 en San Miguel de Allende, Guanajuato, junto con su esposa Jayne Rager. Los golpearon a ambos y a ella la dejaron en libertad para negociar el rescate.

Jayne buscó apoyo del entonces embajador de EU en México, Tony Garza y de un negociador privado, Félix Batista. No consiguió nada. Se acercó a la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), dependienet de la Secretaría de Seguridad Pública, encabezada por Genaro García Luna, quienes todo el tiempo le aseguraron que su esposo había sido secuestrado por un núcleo guerrillero del Ejército Popular Revolucionario (EPR).

Pasaron siete meses de zozobra. Al incumplirse un plazo de entrega de dinero, los plagiaros le dispararon dos veces en la pierna izquierda y una en el brazo del mismo lado.

Fue liberado el 24 de enero de 2008 tras el pago de un cuantioso rescate cuya cifra la familia mantiene en secreto. Nadie fue arrestado. Eduardo y Jayne se fueron del país.

Hasta ahí hubiera quedado el tema, si no es que el 12 de agosto del año pasado, Eduardo y Jane hablaron de su secuestro para el Washington Post, hablando del clima de inseguridad que priva en México y de lo falso que es la campaña de propaganda del gobierno federal que afirma que se combate el crimen de frente y con decisión.

Señalaron que su intención de hacer tales declaraciones es porque aman a México y desean que esta situación de terror termine.

El reportaje del fin de semana pasado en la NBC va en el mismo sentido, aunque con el agregado de que un equipo de reporteros vino en febrero pasado a la ciudad de México a entrevistar funcionarios, analistas y testigos de los hechos, para tratar de entender lo que pasó en el caso concreto de Eduardo y cuál es el estado del secuestro como fenómeno delincuencial en el país.

Se fueron con más dudas que certezas. De hecho, uno de los temas que resultaron quedar más endebles fue el de las pruebas de que fue el EPR quien plagió a García Valseca, ya que sólo se cuenta con la palabra de la autoridad, pues los secuestradores en ningún momento se identificaron ante Jayne, ni difundieron comunicado político alguno.

Al parecer todo lo que hay es que se encontró dentro del jeep del secuestro un martillo, que un agente dedujo era la marca “que dejan en sus secuestros los comunistas o socialistas de hoz y martillo”, como lo son los guerrilleros.

Si hay más pruebas de que fue una acción de financiamiento guerrillera, la familia nunca ha tenido acceso a ellas. Los periodistas tampoco. Sólo se cuenta con la afirmación oficial, sin más detalle, de que ellos fueron, lo que se ha vuelto la verdad oficial. Punto.

Es un hecho que tradicionalmente las guerrillas mexicanas han secuestrado a sus enemigos de clase, empresarios y funcionarios, para financiar sus acciones. Pero, ¿qué pasó en este caso?

Seguiremos analizándolo acá el miércoles próximo.

miércoles, 3 de marzo de 2010

De un veterano saboteador

El pasado 16 de febrero publiqué en este espacio el texto Descarrilar el Metro, pésima idea, en el que revisé el caso de Adrián Magdaleno, quien fue detenido por la polícia del Distrito Federal el 4 de febrero, acusado de pretender lanzar una lata de gas butano en la línea 2 del Metro “con la intención de descarrilarlo”, según dijo la versión policiaca que teníamos hasta ese momento.

Por diversas vías he recibido observaciones de la imposibilidad de dicha acción con las herramientas disponibles por las personas acusadas. Incluso un grupo afín a los detenidos comentó que la acción era meramente propagandística y no terrorista.

De manera más contundente, un grupo anarquista contestó vía un comunicado que fue colgado en la red Liberación Total, redactado por alguien que, aseguran, tiene experiencia en esas cosas de sabotear. Transcribo íntegro el texto por sus peculiaridades técnicas:

“A continuación un valioso asesoramiento técnico escrito por un veterano saboteador.

“En relación a la detención del anarquista mexicano Adrián, un analista escribió: “Descarrilar un tren, una pésima idea”. Ahora, la versión del descarrilamiento es aquella que fue proporcionada por la policía.

“Aun no se tiene la versión de Adrián, que está bajo un estricto aislamiento en el Reclusorio Norte de la Ciudad de México, y la poco creíble versión facilitada por la policía y aceptada por periodistas y analistas, es desplomada a trasves del aporte de este veterano saboteador.

“Aun así, quedan en pié dos posibilidades: un incauto transporte del artefacto en el metro o una acción que fracasó en su intento. En ambos casos, solidarizamos con el compañero Adrián.

“Presxs en Guerra a la Calle!!!

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“Sobre descarrilamientos y estupideces…

“Es obvia la desinformación puramente propagandística y difamatoria en el caso de Adrián, también por el hecho de que algunas latas de gas butano ni siquiera le hacen las cosquillas a un tren o a unas vías.

“Sólo para darle un pliegue a una vía (tal vez capaz de procurar un descarrilamiento), sirven al menos unos cientos de gramos de explosivos de alto potencial (en que el acoplamiento con el gas no tiene ningún sentido técnico) y si nosotros ponemos (el calcúlo será subestimado) que la superficie del corte de una vía es de 50 cm², para cizallarla, el cálculo se hace fácilmente (25 gramos de explosivos de tipo militar por cada cm ²), que toma alrededor de 1,250 kilogramos de explosivos de alto potencial (militar).

“Si, luego, se calcula que, por ejemplo, la dinamita comercial es más débil y con la pólvora negra (la cual debe ser cuidadosamente direccionada a través de un envase de material estable, como una placa gruesa ya que adentro de una “lata” simplemente no haría otra cosa que una llamarada que ni cosquillas le hace a una varilla de 8 mm) para calcular hay que multiplicar por 6 veces para lograr el mismo efecto a nivel de destrozo, o sea por lo menos 6 o 7 kilos de pólvora negra, pues es claro desde ya la desinformación de los “datos” del “articulo”.

“La hipótesis de que se usara contra las vías (implícita, en caso de chismes sobre el “descarrilamiento”) no hubiera hecho detener ni por un momento el tráfico. Si fuera cierto la “noticia” del “humo en el tren” aun estaríamos frente a un fulminante de fabricación torpe y adelantada.

“Además, no es casualidad que una de las “reglas” de la guerrilla urbana es la de evitar lo más rígidamente posible el transporte de artefactos y/o explosivos en los medios públicos de masa por el peligro potencial muy grande para la gente “ajena a los hechos”, peligro ya lo suficientemente grande con todos los otros medios de transporte en un entorno poblado …

“Un veterano saboteador,

“Marco Camenisch”.

Hasta aquí la didáctica versión, que suena razonable en cuanto al poder de fuego necesario para sacar de riel un tren. También creo urgente conocer la versión del inculpado,a quien no se ha dejado hablar en público. Aun así, e independientemente de las motivaciones concretas de Magdaleno en este caso, mantengo firme mi reflexión de fondo, de rechazo al terrorismo y la muerte de personas inocenes en acciones rebeldes.

Carlos Montemayor

2 marzo 2010

De todo lo que se ha dicho de Carlos Montemayor tras su muerte, me quedo, por afinidad de ideas, con lo escrito ayer en EL UNIVERSAL por Laura Castellanos, porque abrevamos de lo mismo.

Tras el alzamiento zapatista en 1994 comenzamos, como muchas otras personas en el país, a hurgar en los anales de la historia no contada de la guerrilla y la guerra sucia en México. Las referencias bibliográficas eran mínimas, los testimonios escasos, los documentos inexistentes.

Sólo Guerra en el Paraíso, de Montemayor, arrojaba algunas luces sobre el movimiento guerrillero de Lucio Cabañas. Estaba narrado en tono de novela –extraordinaria novela-, pero me desesperaba no saber dónde comenzaban los hechos reales y dónde los ficticios.

Aun así fue un libro de cabecera para mi generación, que aprendió a conocer una parte de la historia no contada oficialmente de la guerrilla, de lo que sucedió cuando yo era niño de primaria, de las monstruosidades de un régimen que acalló la inconformidad con una máquina de sangre.

Insistía en su tesis de que la violencia popular tiene su origen en una violencia precedente: la del Estado, la de las injusticias, la impunidad, las de las vejaciones a campesinos, indígenas y obreros.

Desde entonces la figura de Montemayor fue vital para entender ese México bronco que, para nuestra sorpresa, seguía despierto, actuante, clandestino pero vigente: la guerrilla recurrente.

Había que leerlo. Era referencia obligada. Cuando menos en los textos donde abordaba la violencia de Estado y las subversiones: Los Informes secretos, Las Armas del Alba, el mejor relato del asalto al cuartel de Madera, Chihuahua, en 1965. Cada texto suyo en La Jornada era obligado.

No participó activamente en la elaboración de México Armado (editorial ERA), aunque supimos después de su complacencia por el mismo; tanto, que nos honró con la redacción del prólogo de la edición en francés del mismo, que ya está en circulación en el Viejo Continente.

Confieso que no seguí al Montemayor lingüista, ni al poeta, ni al melómano. Su disertación en dos partes sobre la etimología de la palabra “gandaya”, me dio flojera. Me contaron de varias veladas donde él interpretaba arias de ópera y piezas de Manuel M. Ponce, en las que no envidio haber estado.

Sin embargo, creo que la mejor enseñanza que dejó no quedó por escrito. Fue intangible y se materializó desde el viernes pasado en que se anunció su deshaucio. Su congruencia humana e intelectual, capaz de hacer que amigos y enemigos doblaran su cabeza ante su féretro.

Se hizo respetar por propios y ajenos. Pocos mexicanos han sido capaces de despertar esta genuina emoción aguda de pérdida y reflejarla en público y en privado; lo mismo en medios de comunicación alternativos que en la gran prensa comercial; lo mismo de socialdemócratas que de rebeldes alzados en armas.

Sin dinero, sin agencias de relaciones públicas, a puro golpe de ideas y congruencia ideológica se forjó una presencia de hombre recto que ya muchos quisieran –quisiéramos- en este país.