viernes, 14 de diciembre de 2012

¿Redistribución o revolución? (análisis)


Texto tomado del periódico El Universal, de la ciudad deMéxico, publicado el día 13 de diciembre de 2012. Aporta interesantes elementosde análisis sobre cómo un sistema social injusto incuba el gérmenrevolucionario y guerrillero en los jóvenes, con lo que a final de cuentasnadie gana, ni siquiera los pretendido revolucionarios. Opinión para abrir eldebate. URL: http://bit.ly/UeHIq2


¿Redistribución o revolución?


 Agustín Basave

  A los guardianes delsanto sepulcro positivista no les gusta que se hable del alma nacional. Segúnellos las naciones, si es que existen, no se animan ni se desaniman. Suelenolvidar que el pionero de los estudios sobre la psicología de las masas fue unrepresentante del positivismo. Y a menudo soslayan el hecho de que otrossociólogos y psicólogos sociales, libres ya del racismo de Le Bon, hanestudiado el comportamiento de las sociedades y han demostrado que losindividuos que las componen pueden “contagiarse” de los humores de otros, y queexisten sentimientos y percepciones susceptibles de arraigar en un nicho socialy de producir actitudes ajenas a la racionalidad convencional.Pues bien, loocurrido en esta capital el 1 de diciembre nos debe poner a pensar en el estadode ánimo de un segmento significativo de nuestra nación. A mi juicio, laeclosión fue multifactorial: seguramente hubo provocadores infiltrados, perocreo que además de ellos y de las personas que salieron a ejercer su derecho deprotestar pacíficamente hubo extremistas que fueron a desatar violencia y genteque fue arrastrada por ella. Pagaron justos por pecadores, como casi siempresucede en este país, pero lo que más llama la atención son los testimonios dealgunos de los participantes. Un anarquista que argumenta “autodefensa”, unmuchacho que con el rostro ensangrentado y a punto de desmayarse exclama “hastala victoria siempre”, otro que considera que la pérdida de un ojo “no es nada”;jóvenes, en fin, que declaran no descartar ninguna forma de lucha para acabarcon un orden injusto.

  En todo el mundo haypersonas que piensan que sólo una revolución puede cambiar las cosas, pero enpaíses como el nuestro hay muchas más. La diferencia es el tamaño de lainjusticia social, y una de las causas de esa diferencia es la miopía de granparte de nuestro establishment. La Europa de mediados del siglo XX demostró quepueden forjarse sociedades capitalistas con bajos niveles de desigualdad, y esose logró gracias a que el empresariado europeo comprendió que tenía que hacerconcesiones para evitar estallidos sociales (dice el lugar común que fueron loscapitalistas quienes sí leyeron El Capital). En México los poderes fácticos nohan entendido que tienen que ceder privilegios, si no por otra cosa por supropio bien. Un par de nuevos grupos guerrilleros se dieron a conocer en lavíspera de los disturbios, uno de ellos, por cierto denominado “magonista”,invitó en su comunicado a los estudiantes a sumarse a sus filas. Supongo quedirán que se trata de grupúsculos minoritarios, pero espero que recuerden trescosas: 1) la lógica armada no busca construir una mayoría sino una minoríasuficientemente eficaz; 2) cualquier tipo de violencia prexistente potencia supeligrosidad; 3) si bien sus probabilidades de éxito pueden ser bajas, elresultado sería muy costoso para las élites. Hagan el cálculo de lo que enmatemáticas se llama valor esperado.

  Somos más losmexicanos que queremos cambiar el statu quo por los cauces de la democracia.Pero el crecimiento de la miseria y la convicción de la izquierda de haber sidodespojada de su triunfo en tres elecciones presidenciales son ingredientes deun caldo de cultivo para la persuasión revolucionaria. La vía violenta seensancha o se angosta en función de la realidad social. Si en México sealcanzara un consenso para construir un Estado de bienestar, actualizado ytropicalizado, se reduciría considerablemente el número de izquierdistas que noven otra salida que resistir y luchar hasta que el capitalismo y el Estado seandestruidos. Marx y Bakunin perderían vigencia. ¿Quieren los grandes empresariosque prepondere en nuestra izquierda la vertiente socialdemócrata? Acepten unareforma fiscal que incluya la restricción de las consolidaciones.

 En ese sentido, el Pacto por México es plausible. Aunque enmi opinión se queda corto y largo a la vez —yo lo empezaría con una nuevaConstitución y un régimen parlamentario y lo confinaría a los principalesacuerdos—, contiene buenas propuestas. La clave para que varias de ellas sehagan realidad es una reforma hacendaria de gran calado que no se sustenteprimordialmente en el incremento del IVA sino en la minimización de losregímenes especiales en el ISR. Si en el primer mundo ya se siente la resaca dela ola neoliberal, con más razón debemos los mexicanos redistribuir el ingresoen lugar de aumentar la desigualdad. A quienes subestiman el creciente encono yla crispación en el ánimo nacional les recomiendo leer las crónicas del 1 dediciembre. Escuchen las voces de esos representantes de la nueva generación,los indignados proclives al heroísmo y hasta al martirio. “No somosguerrilleros, pero pronto lo seremos”, gritaban algunos. Hoy están en lascalles, al borde de la deserción democrática; mañana pueden estar en otraparte. México no tiene el margen de bienestar primermundista ni la solidezinstitucional de Europa. Para mí y para muchos mexicanos más se trata ante todode un imperativo moral, pero no importa si para otros es un asunto deconveniencia: hagamos la redistribución, no la revolución. Ya.

@abasave
Académico de la Universidad Iberoamericana

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