viernes, 24 de mayo de 2013

Diego, tres años después. Raymundo Riva Palacio (análisis)


Mayo 13, 2013 

Esta semana hay una efeméride muy poco recordada, salvo por aquellos cuya vida quedó marcada por ella: el secuestro de Diego Fernández de Cevallos en mayo de 2010, quien duró siete meses retenido por el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Esta fecha no suele ser recordada, pero en esta ocasión coincide con un comunicado del EPR del 29 de abril pasado que cierra varios ciclos guerrilleros.

El ELN es una escisión del EPR, que opera en la zona de El Bajío y San Luis Potosí desde hace varios años, dedicado al secuestro. Se le adjudican retenciones de alto impacto, como la de la sobrina del empresario José Sulaimán y de un empresario poblano por el cual se pagaron alrededor de siete millones de dólares. El ELN, la parte más criminal y menos ideológica de la guerrilla, siempre le ha dado parte de sus ganancias al EPR, aunque éste lo ha negado. En el caso de Fernández de Cevallos, que nunca ha hablado de su cautiverio, el rescate fue de 30 millones de dólares -que salieron de préstamos bancarios-, pagados por varios sacerdotes.

La conexión que hace importante la efeméride es el comunicado del 29 de abril con el “juicio revolucionario” que el ELN hizo a Fernández de Cevallos, probablemente, antes del 26 de mayo de 2010, cuando emitieron su segundo comunicado sobre el secuestro, en el que hablan de las relaciones del abogado. Esta red de contactos no fue una improvisación del ELN, sino que salió de lo que él mismo “declaró” a sus captores, de acuerdo con la primera declaración ministerial que hizo dos días después de su liberación el 20 de diciembre en Los Pinos, que nunca ratificó ante el ministerio público.

Los nombres que dio en ese entonces, coinciden con los que mencionó el EPR en su reciente comunicado, y los que identifica como miembros de los “clanes oligárquicos” beneficiados por las reformas derivadas del Pacto por México. En este documento el EPR comenzó a difundir extractos del “juicio revolucionario”, donde sugiere nuevos secuestrables e identifica como a enemigos al comisionado de Seguridad Pública, Manuel Mondragón, y el ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna. Además, este mismo texto conecta con otro comunicado que difundió el EPR el 21 de junio de 2012, donde perfilaba la construcción de un frente de masas -su cobertura social y política-, que necesita toda guerrilla para apoyar sus frentes de guerra.

En este mismo espacio se publicaron en diciembre las señales que estaba emitiendo el EPR para 2013. La primera relevante la mostró el EPR en un comunicado que difundió el 21 de junio pasado, tras la llamada Convención Nacional contra la Imposición, celebrada en San Salvador Atenco, donde decía: “No dudamos que ante un fraude(electoral) y por consiguiente una imposición, habrá grupos que quieran hacer una revolución”, dice el EPR. La segunda fue el 9 de diciembre, donde habló de las “diferentes expresiones de descontento”, algunas enfiladas a organizar guerrillas, y otras en proceso de radicalización. La tercera es la del 29 de abril donde afirma: “Las movilizaciones populares, del magisterio democrático, de estudiantes normalistas y universitarios son necesarias e irán en aumento”.

El EPR ha engañado con la verdad. Ha venido anunciando desde hace 10 meses el proceso de construcción de un movimiento de masas con un brazo armado. No quisieron verlo, o lo vieron pero no lo atajaron, pero ya está aquí. En el Distrito Federal, en Guerrero, en Oaxaca, de manera activa. “Son tiempos de resistencia popular, de organización y lucha consecuente, de organizar creativamente la autodefensa popular, de vincular la lucha con todos los sectores populares de impulsar y generalizar las acciones políticas de masas conjuntas”, especificó en el comunicado. El dilema ya no es convivir con un EPR acotado, como en otros años, sino cómo se ataja su crecimiento y se le regresa al lugar donde su daño estaba focalizado, en lugar de inyectar un virus rebelde a las inconformidades sociales, bajo el diagnóstico que dejan traslucir de que las condiciones objetivas para la insurrección están dadas.


(Tomado de http://www.24-horas.mx/diego-tres-anos-despues/ )

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